miércoles, 21 de abril de 2021

RUTA AUSTRIA-ESLOVENIA Y NORTE DE ITALIA 2017


 Por fin tenemos el reportaje de nuestra aventura Austríaca-Eslovena, una aventura que solo dos de los siete han podido realizar, un viaje que también sirvió para encontrarse con uno mismo y en el que se echó en falta la compañía de nuestros amigos. El viaje que denominamos "Austrialopithecus Eslovenus" transcurrió de la siguiente manera.

 Etapas:

Día 1: Mos - Santo Domingo de la Calzada (611 Km).
Día 2: Santo Domingo de la Calzada - Provence (931 Km).
Día 3: Provence - Sarche (671 Km).
Día 4: Sarche - Lienz (356 Km).
Día 5: Lienz - Hallstatt - Bad Goisern (278 Km).
Día 6: Bad Goisern - Hallstatt - Steyr (145 Km).
Día 7: Steyr - Viena (217 Km).
Dia 8: Dia en Viena.
Día 9: Viena - Maribor (260 Km).
Día 10: Maribor - Liubliana (257 Km).
Día 11: Liubliana - Bovec (321 Km).
Día 12: Bovec - Trieste (286 Km).
Día 13: Trieste - Provence (880 Km).
Día 14: Provence - Arette (706 Km).
Dia 15: Arette - Mos (870 Km).

  El viaje:

28 junio 2017. Miércoles. 611 km. Vigo-Santo Domingo de la Calzada
            Salimos a las 15:30 con toda la ilusión que un viaje de estas características conlleva, pero claro, para no perder las buenas costumbres nos comienza acompañando la lluvia y el tiempo feo. Esto no nos amedrenta en absoluto y cierto es que la suerte acompaña y pronto se alejan las nubes. En los primeros kilómetros de autovía había unos conos por obras y límite de velocidad reducida, la falta de costumbre con las nuevas medidas de la BMW con maletas hizo que después de unos segundos me llamase la atención cierto ruido desconocido para mí, cuando miro por el retrovisor y veo que voy tirando los conos con la maleta casi me muero de la risa.  Los primeros kilómetros son siempre emocionantes pero claro, tanta autovía hace la llegada a Santo Domingo de la Calzada rápida sin y mayores contratiempos. Una vez instalados en el hotel salimos a dar un paseo para alimentar los cuerpos y a catar una cervecita.


29 de junio 2017. Jueves. 931 km. Santo Domingo-Aix en Provence
Dejamos el hotel temprano para aprovechar el tiempo al máximo, pero como el desayuno no estaba incluido paramos para desayunar casi al lado de éste y aunque el desayuno estaba muy bueno nos quedó una cierta sensación de que nos cobrasen como a turistas extranjeros en Benidorm.



 Enfilamos nuestras motos hacia los Pirineos pudiendo disfrutar de alguna carretera de montaña, pero la gran mayoría del tiempo íbamos sobre asfalto plano y ancho de autovía. De vez en cuando podíamos disfrutar incluso de las buenas vistas en alguna cafetería, además no solo las motos beben...
 Pronto nos ponemos en las autopistas francesas y dispuestos a la monotonía y dolor de trasero que estas carreteras implican, ésta se vio rota por un control antiterrorista en un peaje que me obligó a mostrar el contenido de las maletas, y ya puestos, por solidaridad entre compañeros, GPese también las mostró. Los gendarmes se mostraron ciertamente interesados en las pegatinas reflectantes de las maletas, e incluso llamaron a otros compañeros para comentarlo, se ve que estos también tenían moto, pero, ¿No las habían visto nunca?
Después de aburridos y monótonos kilómetros paramos a comer de bocata en un área de servicio. 

Corta parada y repostaje para continuar con más y más kilómetros de autopista, llegamos al hotel en Provence con ganas de dejar las cosas e irnos a cenar algo, pero… SORPRESA, en el hotel no hay recepción, todo funciona con códigos, incluso el portal exterior que da acceso a los coches al recinto está cerrado y nuestro código solo abre una pequeña puerta peatonal. Después de abrirla e intentar dilucidar como acceder al recinto con las motos, la necesidad de descansar cuanto antes hizo que, sin pensarlo, GPese decidiese intentar meter la moto por la pequeña puerta, que estando esta con cierta pendiente, hizo que quedase atrapado casi de inmediato. Acto seguido y misteriosamente se abrió el portal del recinto y entonces el descojone fue brutal, yo me moría de la risa mientras intentaba sacar a Tonio del atolladero a la vez que me imaginaba a los que habían abierto la puerta con cara de, “¿Pero estos pirados qué coño están intentando hacer?"
 El hotel en cuestión está alejado de la población, ya son las 21:30 y solo tenemos una cutre máquina de bebidas que para colmo no acepta billetes y nosotros sin monedassss… Aquí nos vino de perlas ese medio bocata que nos sobró del mediodía.

 Un rato después de estar a la espera de un alma compasiva conseguimos que nos cambien por monedas un billete y así pudimos tomarnos unas coca colas y un café cutre (y carísimo) de máquina. Cuando estás cansado y hambriento todo te sabe mejor así que “felices” a dormir.

30 de junio 2017. Viernes. 674 km. Aix en Provence-Sarche
            Hoy toca otra sesión maratón de autopista para mañana ya sí comenzar a disfrutar del viaje esperado, para los que vivimos en Galicia se hace demasiado pesado y cansado el cruzar todo el norte de España y Francia para llegar a lo que consideramos inicio de viaje, me imagino que los del Este del país lo verán con otros ojos. No comienza nada bien el día porque nada más salir paramos a desayunar y pagamos por dos cafés con sus cruasanes más de 10 euros.

 Para más pena y como remate de la salida, en una gasolinera autoservicio que había frente a la cafetería, Tonio (GPese) se decide a repostar  sin bajarse de la moto y claro, con lo que no contaba era que el mantenimiento en dicha estación de servicio era nulo, por lo que el suelo estaba completamente empapado de gas-oil así que, pierna fuera, resbalón y su moto visita el suelo y raja la maleta, yo en el intento de ayuda casi caigo al suelo también. Lamentable esta gasolinera impresentable donde lo mejor que se podía hacer era patinaje artístico.
            Rodamos nuestros últimos kilómetros en Francia por la Costa Azul y pronto atravesamos la frontera de Italia, ahí descubrimos lo que es el miedo a las alturas...
           Las autopistas italianas (esta en concreto) va cerca de la costa y dada la orografía de la zona se intercalan puentes de gran altura y túneles que debido al viento a veces hace que todo se mueva más de la cuenta. Además, dicho puentes cuentan con un quitamiedos que más que "quitarlos" te los da, la inexistencia de una reja de protección en la parte baja de estos hacía que se me pasase la horrible sensación de que, en caso de caída, lo mejor que te podía pasar era que colisionases con uno de los postes del quitamiedos ya que, de otra forma, te colarías por debajo de este y volarías en caída libre hasta impactar contra el suelo del valle. Además, como digo, debido al viento ese día, el adelantar o ser adelantado se convertía en una odisea.
          En un peaje, de forma difícilmente explicable, bueno, en realidad por no seguir la máxima de "hay que esperarse", nos perdemos uno de otro e invertimos al menos una hora en conseguir reencontrarnos ya que GPese no tenía activado el roaming y era imposible contactar con él. Aquí nos hubiesen venido de perlas los intercomunicadores con alcance de 1200 metros que dije de comprar, pero...
         Bueno, así nos echamos un poco de menos…  y para celebrarlo salimos hacia Génova para comer en una pizzería y relajarnos un poco antes de retomar la ruta, decidimos "escapar" del centro ciudad y nos dirigimos hacia el puerto, siendo gallegos creímos poder encontrar un restaurante barato por la zona, y digo creímos porque al final la "clavada" fue de cine. Después de llenar la panza continuamos hacia el lago Di Garda donde circulamos por el lado oeste y la verdad es que sentimos que simplemente, por las vistas que nos proporciona la ruta por el litoral del lago, merecieron la pena estos 2000 kilómetros de carretera monótona. 






 Considerando esta parte ya como inicio del viaje esperado, nuestros semblantes cambiaron y ya te subía por el cuerpo ese gusanillo de "¡¡¡Ya estamos aquí!!!". Unas cuantas curvas y túneles más tarde y después de las rigurosas paradas para fotos, llegamos hacia la noche al pueblo de Sarche, donde pudimos disfrutar del hotel, de su cena y de una simpática compañía. Hay mucho italiano que le gusta España y como siempre, el que vayas en moto da pie a iniciar conversación. Después de unas cervezas nos vamos a descansar.


1 de Julio 2017. Sábado. 332 km. Sarche-Lienz
            Después del desayuno comenzamos nuestra ruta hacia un puerto que habíamos ojeado por internet, la verdad es que esta ruta nos permite tener unas espléndidas vistas del lago di Garda desde las alturas, además el trazado de la carretera nos anima a disfrutar de la moto durante toda la subida al puerto.

 El único inconveniente llegó después, resultó que en el alto del puerto la carretera está cortada debido a la realización de un rally que nos obliga a dar la vuelta en redondo y regresar por el mismo camino que habíamos llegado.

 Reorganizamos ruta en los GPS y volvimos a bajar el puerto de nuevo, se ve que esto a la moto de Tonio GPese no le gustó mucho y en un momento dado, subiendo ya otro puerto, dijo: "Aquí me quedo", y se quedó en Trento. Yo que iba delante y ver que no aparecía en mi espejo retrovisor decido esperar y al ver que no venía decido dar la vuelta. Allí me lo encuentro en medio de la carretera con cara triste y no dando crédito a lo que sucedía.

 Me decido a buscar unas pinzas para intentar encender su moto y después de conseguir que me las prestasen en un taller conseguimos encender la moto, y digo encenderla porque lo de mantenerla así ya era harina de otro costal. Ahí mis miedos también aparecieron, ¿sería el alternador que no era capaz de mantener el motor encendido?  Intentar mantener la moto encendida resultaba inútil así que optamos por irnos en mi moto a tratar de conseguir un taller donde nos lo solucionasen. La suerte y la eficacia de MC Gyver hacen que regresemos con una batería nueva y un recuperador por sí acaso contando ya con llevar la moto con luz apagada y ningún accesorio conectado para ahorrar batería al máximo por si el alternador no generaba suficiente. Una vez instalada la nueva batería y esperando el tiempo de rigor para que cogiera carga tomando una cervecita en la terraza de un bar, hacíamos cábalas sobre si funcionaría o no, tomamos incluso la decisión de compartir mi moto y enviar la suya a España en caso de no tener éxito con la reparación, pero regresamos y… perfecto, la moto enciende a la primera y se mantiene sin problemas.
           Este mal comienzo se vio compensado con una segunda parte del día impresionante debido a los paisajes por los que pasamos y los puertos de montaña que atravesamos: La Marmolada, Los Dolomitas, Passos de Sella, Gardena, Pordoi, Campolongo… 






 Vistas impresionantes de montañas que se alzaban a cada lado de la carretera y que a cada curva, se apreciaban más y más grandes, cada curva era un disfrute y aunque en algún tramo nos alcanzó la lluvia, esta era intermitente y permitía que nos secasemos sobre la marcha sin tener que calzarnos las ropas de aguas.



 Finalmente entramos en Austria donde nos instalamos en Lienz, el Hostal era algo así como una casa muy naturista, mucha fragancia e inciensos, muy cuidada y algo fantasmal, donde la amabilidad de la dueña compensaba la falta de conocimiento del idioma inglés. Teníamos incluso unas cervezas de cortesía en la habitación que bajaron rápidamente por nuestros sedientos gaznates. Pusimos la batería vieja a cargar y nos dimos cuenta de un detalle. Parece ser que había un gran grupo de moteros alojados también allí, y digo parece ser porque llegamos a creer que, o los habían abducido o la amabilidad de la dueña del Hostal pronto se convertiría en locura y formaríamos parte del menú en la cena de algún enajenado aquelarre. Botellas abiertas en la terraza del Hostal, ropas moteras colgando de las sillas, las motos fuera con los cascos a la lluvia, pero nadie, no veíamos ni oíamos a nadie. El susto pasó al ver la gente y nos fuimos a cenar, por cierto, encontrar un sitio para cenar por los alrededores nos costó más de la cuenta, pero pudimos disfrutar de un típico Goulash de carne de ternera.


2 de junio de 2017. Domingo. 274 km. Lienz – Hallstatt (Bad Goisern).
Después de un estupendo y abundante desayuno 


(incluido en el hostal) emprendimos ruta hacia nuestra próxima meta: carretera de peaje a Grossglockner… una ruta de montaña que transcurre entre insólitos paisajes, lagos, picos, glaciares, etc, que hace que se afinen los sentidos para no dejar nada por ver. En algún tramo apareció la niebla- y Tonio sin luces para ahorrar batería no parecía muy preocupado- pero por lo demás, el parque nacional de Tauern es impresionante.









Emocionados en alcanzar nuestra siguiente meta para visitar las cataratas de Gasteiner, lo que en algún momento implica hacer campo a través, para finalmente dirigirnos hacia el desfiladero de Liechtensin. La mala suerte nos da otro golpe al descubrir que las cataratas se encuentran en obras y tenemos que regresar por donde habíamos ido sin poder ver nada. Cierto es que doblemente disfrutamos del camino, pero nos quedamos un poco desalentados por dicho traspiés. Volvemos a la carretera general donde nos cruzamos con unos pistoleros del radar en Gosau, para finalmente llegar al hotel que teníamos reservado.

 Buenas vistas, céntrico y barato. Dejamos todo (incluyendo el lastre de la batería, que ponemos de nuevo a cargar) y nos vamos a cenar. Degustamos una pizza acompañada de unas grandes cervezas en un pequeño pero entrañable restaurante del centro y de vuelta al hotel y con ganas de tomar otra cerveza, escuchamos una voz de chica que nos pregunta emocionada si somos españoles y ante la respuesta afirmativa, deja "colgado" a su acompañante (con el que iba al cajero automático) y se decide, muy habladora y desenfada a recomendarnos, según ella, el mejor bar del pueblo para tomar unas cervezas. De camino al local nos cuenta sus aventuras por Venezuela donde en un intercambio (con 16 años) aprendió español. Enseguida llegamos al famoso bar, y cuando entramos, Tonio y yo nos miramos como diciendo "¿y este es el mejor bar del pueblo?" Evidentemente enseguida descubrimos lo que lo hacía el mejor pues resulta que en Austria también está prohibido fumar en los locales públicos y se ve que en este no hacían mucho caso de la ley en cuestión, es más, se permitía el consumo de todo tipo de cigarrillos por lo que en ese momento le dimos sentido a la forma de hablar de la chica. Anna, que así se llamaba, nos amenizó la noche contándonos sus aventuras en tierras sudamericanas y teniendo en cuenta en los líos que pudo haberse metido, la cosa no le fue tan mal, lo mejor de todo era su forma de hablar español (que lo dominaba muy bien) que siempre terminaba cada frase diciendo "full chévere", la comida era "full chévere", la bebida también, la gente, los paisajes... vamos, que como adjetivo descriptivo la palabra no tiene precio. Un par de cervezas y nos fuimos a dormir ahumados.

3 de julio de 2017. Lunes. 156 km. Hallstatt-Steyr.
            Nos levantamos con un poco de lluvia y desayunando en el hostal coincidimos con una pareja de catalanes en su GS, les prometimos que publicaríamos la foto en el blog así que aquí está:


 Aprovechamos para cambiar la batería y poner la vieja (que se suponía ya cargada) y en cambio, la moto no hacía ni el menor intento de arranque. La batería se había muerto así que mi preocupación aumento al creer que el problema era del alternador y que éste, a su vez, terminaría por dañar también la batería nueva. Teniendo en cuenta que la batería nueva era más pequeña (ya que no había otra) el tiempo de vida también se acortaba con lo que decidimos buscar un taller en el que me prestaron un tester y poder hacer las comprobaciones pertinentes. Después de verificar que la moto generaba corriente de sobra incluso con las luces encendidas me quede tranquilo y sabía que no habría problema, aun así, decidimos desconectar una de las luces (ya que tiene 2) y no conectar el GPS ni nada al mechero. Continuamos pues la ruta hacia Halstatt.
            Hallstatt resulta ser un pueblo de postal, muchas fotos habíamos visto del pueblo durante la preparación del viaje, pero como siempre en estos casos nada mejora la sensación del directo.


 Después de admirarlo un rato nos vamos a visitar la cueva de hielo que hay en el lugar, a la cual ascendemos en un teleférico para después acceder a ella tras una pequeña caminata (bueno pequeña para algunos) realizamos la visita a la cueva, fotos de rigor 




y volvemos a bajar de caminata y teleférico para llegar al punto de partida. En esta zona teníamos previsto también realizar la visita al "Five Fingers", un mirador de esos que te quitan la respiración y paran tu corazón no apto para gente con vértigo, pero decidimos cancelarla pues el día estaba demasiado nublado y lluvioso como para poder ver nada y disfrutarlo, fue una pena porque despues el día se despejó. La recomendación de los guías fue expresamente esa. Bajamos pues con las motos hacia el pueblo de nuevo y disfrutamos del lago en una terracita al borde del agua, comida de ricos bocadillos y bebidas, incluso compartimos con una familia de patos que por allí rondaba.


 Alegría inesperada al descubrir que el pueblo cuenta también con otro funicular (de gran pendiente) que nos lleva hacia las minas de sal y que nos permite disfrutar de unas vistas a vuelo de pájaro impresionantes. Una copia a escala del mirador "Five Fingers" nos hace una pequeña idea de lo que sería poder visitarlo, pero habiendo abierto el día y con un sol radiante las fotos del lugar quedan muy chulas.










 Bajamos de nuevo y decidimos dar un paseo por este pueblo inigualable para reposar el espíritu (debido el entorno que nos rodea) para también hacer las fotos de rigor.








 Dejamos Hallstatt para dirigirnos a Steyr, pasando por Gmunden con su bonito lago y castillo.



 El buen tiempo acompaña y las carreteras son largas, con buena visibilidad y de curvas fáciles de disfrutar en las que hicimos las delicias de una conducción un poco más "viva", llegada al hotel y a descansar.

4 de julio 2017. Martes. 217 Km. Steyr-Viena
            Después del desayuno ponemos nuestra brújula en dirección al Danubio- previa visita del castillo-abadía de Stift  Melk como punto de paso hacia Viena.


 El solo hecho de bordear el río ya emociona, sabiendo que cerca se encuentra la gran ciudad de Viena. Muchos ciclistas encontramos bordeando también esta parte del río mientras nosotros, guiados por mi GPS nos acercamos cada vez más a la capital.  El haber decidido ir cruzando puentes para ver los dos lados del río desencadena que al haber recalculado la ruta terminemos en un pequeño puerto de embarque en una barcaza, digo barcaza, pero era barquita, ¡subimos nuestras motos y así fue… cruzamos en Danubio en barco!

 Buscamos bastante rato para después conseguir, no sin dificultad, encontrar un sitio para comer.  El GPS nos llevó derechos a nuestro hotel impersonal, digo impersonal ya que en la recepción no había nadie, llame al número de teléfono y me enviaron un mensaje con un código para poder acceder al interior. Quedamos un poco decepcionados viendo el futuro hotelero que nos espera, en el que ni hay quien atiende, ni a quien reclamar, ni el precio es tan barato.
 Por fin en la capital austríaca y una vez que conseguimos instalarnos nos encomendamos a la difícil tarea de lavar la ropa así que a ¡lavar en la lavandería sin jabón¡¡¡ Menudo cabreo me pillé cuando después de meter las monedas y la ropa en una lavadora que se suponía todo incluido, allí no se veía detergente por ninguna parte, la ropa no hizo más que dar vueltas con agua y unas gotas de jabón, el suavizante hizo su trabajo y después del secado la cosa no parecía tan dramática, eso sí, otra vez viendo el futuro en el que nadie te atiende en los comercios y tampoco hay a quien reclamar. Luego fuimos a tomar una cerveza, reírnos de nuestras quejas y a la cama a descansar.

5 de julio 2017. Miércoles. 0 Km. -Viena
Después de la ducha y el oportuno desayuno (ahí sí que nos desquitamos) nos internamos en la Viena monumental, decidimos ir en metro ya que conecta con facilidad todas las zonas de la ciudad. Viena es increíble, en cada esquina puedes encontrar un monumento asombroso o una estatua que parece real, la forma con la que labraban la piedra te deja boquiabierto, un sol espléndido nos acompañó durante todo el día. Comenzamos por visitar la zona más noble de la ciudad, llena de antiguos palacios, entramos por el parque hacia el Schönbrunn Palace de arquitectura barroca y enseguida nos dirigimos hacia el barrio de los museos, esta, para mí, la zona más hermosa de Viena. Llena de jardines y de edificios tipo palacio dedicados a museos, a destacar la zona ajardinada donde se alzan uno enfrente del otro, y de igual construcción, el museo de historia natural y el de historia del arte. Aquí, por cierto, dado el calor que hacía, no dudamos en dejarnos rociar por los aspersores de los jardines para refrescarnos. Cerca de aquí el palacio imperial y como digo, un sinfín de edificios por doquier que no hacían más que asombrarnos a cada paso.










Continuamos nuestro camino dirección al parque de atracciones donde se encuentra la famosa noria Riesenrad, una noria de 1897 con casi 65 metros de altura que cuenta con góndolas cerradas tipo vagón de tren. Construida de acero y madera con cables tensores hizo que nos afloraran los nervios (a mí, sobre todo) al llegar nuestra góndola al vértice y comenzar el descenso, desde abajo no parece tan alta...




Una vuelta por el resto del parque, unos helados y rumbo hacia las zonas de los canales del Donau (Danubio) donde pudimos ver los edificios de empresas y financieros más modernos que contrastaban con la arquitectura vista anteriormente.




 Saliendo de la zona financiera cruzamos por encima del rio Danubio y del canal Nuevo Danubio y allí pudimos ver y disfrutar de unos bares de copas situados en barcazas a ambos lados del nuevo canal, que recordaban más al ambiente de Ibiza que a la Viena imperial. Aquí por supuesto nos tomamos una cerveza mientras veíamos asombrados como la gente compartía unas cachimbas con tabacos aromáticos y líquidos coloridos en su interior. Barcos de mercancías y pasajeros siguen todavía surcando el gran río. También aprovechamos para refrescar los pies bajo el puente, donde, por cierto, se reunía la gente para darse un baño y disfrutar del buen clima.




Cruzamos el puente a pie para disfrutar de las vistas y poco después nos dirigimos al hotel, buscar lugar para cenar, una cerveza y a descansar que al día siguiente seguiríamos la ruta.


Viena es una ciudad preciosa que nos dejó un bonito sabor de boca, solo tuvimos un día para "catarla" y algún dia volveré para poder disfrutarla con más tiempo.


6 de julio 2017. Jueves. 264 Km. Viena-Maribor
Este recorrido es casi una jornada de enlace entre Austria y Eslovenia en la que no había grandes planes de visitas o paradas importantes, aunque habíamos programado un punto de visita que consistía en tomar un tren “panorámico” en Semmering. Por supuesto, para hacerlo tuvimos que dejar una de las motos en el punto de inicio del tramo ferroviario para ir los dos juntos en la otra moto hacia la otra estación. Esto fue lo que acabamos haciendo, aunque resultó más complicada la intendencia para hacerlo para el resultado en sí que nos proporcionó, que resultó un tanto anodino.




 Incluso el maquinista del tren, que se subía la misma estación no quiso ni cobrarnos, seguramente porque pensaría que estábamos equivocados o perdidos.
Después de comer al modo súper (esto quiere decir bocadillo de supermercado) continuamos la ruta hacia Maribor, curvas de carreteras sinuosas y con buen firme hicieron nuestras delicias casi todo el camino, la mayoría del tiempo íbamos nosotros solos y no nos cruzamos con ningún otro vehículo, un pequeño puerto de montaña con policía y aparecieron los carteles que anunciaban la llegada a Eslovenia, parada para foto ante su atenta y risueña mirada y continuamos ruta.


Llegamos al Hostel de Maribor casi cayendo la noche, el gerente tampoco hablaba inglés, pero su buen hacer en acompañarnos en cada momento sirvió para, con gestos, dejarlo todo claro. Con las motos ya aparcadas nos vamos a un bar que habíamos visto allí cerca para dar buena cuenta de las cervezas eslovenas Lasko y disfrutamos con la charla telenovelesca de nuestra amiga camarera que al ver que éramos españoles comenzó a hablarnos en español, aunque con un acento extraño.


 Al preguntarle cómo había aprendido nuestro idioma nos contó, que lo había aprendido ¡¡¡viendo telenovelas!!!, de ahí el acento extraño.

7 de julio 2017. Viernes. 256 Km. Maribor-Liubliana
Nos vamos en nuestras motos al centro de la ciudad de Maribor para desayunar y dar un paseo, aquí pudimos notar ya la diferencia en los precios ya que Eslovenia es bastante más barata que Austria. Un buen desayuno con tostadas en una plaza con el sol de la mañana ya calentando y un pequeño paseo por el centro histórico, poco después montamos en las "burras" y nos vamos de allí. Nos cuesta más de la cuenta abandonar la ciudad porque vayamos por donde vayamos la carretera o está cortada o está en obras…



Paramos en Ptuj a tomarnos una cerveza lasko y luego visitamos su castillo, situado en lo alto de una colina y desde el que se ve gran parte de la ciudad. Continuamos ruta hacia Liubliana con buenas carreteras, pero cuando intentamos parar a comer lo único que encontrábamos eran bares para hidratarse, pero nos fue imposible encontrar un sitio donde nos diesen alimento, aquí no deben de comer… así que visita al súper y comida de campo. Llegamos a Celje donde también visitamos su castillo y finalmente llegamos a nuestra meta que era, primeramente, el espectacular y muy concurrido castillo de Liubliana. Después de la visita por todo el recinto en el que disfrutamos de hermosas vistas de la ciudad nos dirigimos al hotel.





Después de instalarnos, quitarnos los trajes de "Romanos” y vestirnos de turistas nos vamos a la capital eslovena en solo una moto, la otra la dejamos dentro de un pabellón que nos acondicionaron como garaje ya que unos días antes habían robado una moto delante del hotel. Nos fuimos al centro a disfrutar del increíble "paisanaje" (palabra acuñada por Tonio GPese de significado paisanas + paisaje) y el buen ambiente de sus calles incluida danza, teatro, música, cabezudos… y mucha gente, tal era el despliegue de medios que creímos que era el día de fiesta nacional o local pero después de preguntar nos dijeron que no, que en verano la ciudad siempre está así. Se ve que como en invierno no hay quien salga de casa en verano se desquitan. Mucho paseo y disfrute antes de recuperar fuerzas cenando en un repleto mejicano en la zona peatonal cerca del triple puente. Damos un paseo por la ciudad para bajar la cena y disfrutar de su noche, de los puentes y los dragones para poco después irnos a dormir.

8 de julio 2017. Sábado. 253 Km. Liubliana-Bovec
Desayunamos en el hotel y emprendemos rumbo en dirección noroeste hasta Skofa Loke donde paramos para otra cerveza damos un paseíto, en una plaza disfrutamos de un simpático mimo que actúa en la calle. Continuamos hacia nuestro próximo objetivo, Jezerso, que en donde en teoría puede verse la catarata más alta del país, y digo en teoría porque al llegar a una oficina de turismo, nos informan que debido a un derrumbe la catarata ya no es la más alta del país y casi no se puede llegar a ella para visitar lo que queda, es más, ya casi ni es catarata. El viaje no sale en balde y enseguida lo compensamos disfrutando de las carreteras, curvas de 180 grados y túneles se alternan mientras rodamos junto al río, paradas para fotos, cerveza junto al lago y un baño en una poza con cascada del río Kokra para rematar en una pizzería en Trzic.




























Continuamos ruta hacia Bovec pero no sin antes hacer una parada para reposar la comida en Bled, una belleza de paraíso con su lago, su isla, su iglesia, su castillo, sus playas… Rodeamos todo el lago y después de maravillarnos con su belleza nos vamos a visitar el castillo que es una magnífica atalaya para ver todo con mayor perspectiva.








Ya para rematar la jornada finalizamos rodando por los Alpes Julianos, en el parque nacional de Triglavsky, y disfrutando del paisaje y de la carretera, aunque eso sí, las curvas de herradura, que todavía conservan su adoquinado original, resultan peligrosas, y más aún medio lloviendo como estaba.






 Ya un poco tarde llegamos al hostel de Bovec donde dimos buena cuenta de la pizza que afortunadamente nos sobró del mediodía y que habíamos guardado por si el hambre apretaba en el camino.

9 de julio 2017. Domingo. 295 Km. Bovec-Trieste
Ya que el día ayer nos quedó pendiente por hacer un tramo de puertos de montaña, hoy madrugamos, e incluso antes del desayuno, nos vestimos y nos vamos a curvear el mencionado puerto, pero cuando estamos llegando a la cima, resulta ser una zona de peaje.


 Me decido a hablar con las personas que gestionaban la entrada al mismo, un chaval joven y una señora me explicaban las razones de dicho peaje y mi buen hacer (y el hecho de que la señora amase España) consigue que podamos hacerlo gratis, y vaya regalo de ruta de nos hicieron porque después de unas pendientes del 22%, unas zonas con derrumbes que casi cortaban el acceso, unos precipicios interminables pegados a las carreteras sin arcenes, túneles horadados en la montaña que giraban 360 grados mientras ascendíamos, una carretera que se acaba para hacer frontera natural con Austria… y sobre todo un paisaje para enmarcar en un día en el que el sol y la gran visibilidad nos permitía disfrutar de todo, solo nos puede quedar una sonrisa de satisfacción por lo que hemos disfrutado.














Regresamos al hostel para desayunar y recoger todos los petates y nos vamos disfrutando de las estupendas carreteras para motos que se nos presentan, y más cuando coincidimos con un par de alemanes que, conociéndose ya las carreteras de haber venido antes muchas veces, nos alegran la jornada motera haciendo de liebres y permitiéndonos disfrutar de una rápida subida del puerto, al llegar arriba se detuvieron y a Tonio GPese que iba delante de mí se le sale volando la maleta derecha al pasar sobre un pequeño badén de tierra (y esta era la segunda), y yo no sabía si reír o llorar (más bien lo primero). Recogió la maleta y charlamos unos minutos con los alemanes, a los que decidimos acompañar en ruta ya que se dirigían a nuestro mismo destino.



 Poco después de salir, mi GPS me indica tomar una carretera distinta a la suya y como lentos no iban, no nos da tiempo a avisarlos, ya los veremos en el castillo (pensé yo) y el hecho de ir por esa ruta nos permitió hacer un tramo por pistas de tierra entre los bosques para luego volver a encontrarnos con nuestros amigos en el castillo de Pretjama donde nos tomamos un café juntos. Luego de contarnos sus aventuras moteras por Eslovenia y, con frecuencia Croacia, ellos continuaron su viaje y nosotros nos fuimos a visitar este castillo, que se encuentra en un difícil equilibrio incrustado en una montaña.






 Después de comer en una terraza con vistas al castillo nos vamos a nuestra meta final que es la cueva de Postjona. Puedo deciros sin temor a equivocarme que esta cueva es lo más impresionante que he visto en mi vida, es tan inmensa que un tren de pequeños vagones para 2 personas transcurre por su interior y tras 20 minutos de travesía te apeas en una estación que hay en su interior y visitas la cueva durante hora y media para luego, desde la estación, volver por la vía al exterior. El tramo en tren es tan alucinante que hace que te plantees si lo que hay en la cueva es de verdad o este hecho de barro, ya que tanta majestuosidad junta parece imposible. En un tramo, el túnel por el que transcurre el pequeño tren se ensancha para meterte de lleno en una amplia cueva de techo muy alto sobre la que cuelga incluso una gigantesca lámpara de araña.




 Todos los viajeros tuvimos la misma sensación y por consiguiente la misma reacción y un aplauso general invadió el silencio de aquellos lugares. A cada curva se sucedían formaciones cada vez más caprichosas a las que acompañaban unos “OHHHHHH” y “AHHHHH” generales.




 Una vez terminada la visita y con una increible sensación en el cuerpo cogemos nuestras motos y enfilamos hacia Italia para poder ver el mar y con la sensación de estar ya de regreso… recalamos en Trieste











10 julio 2017. Lunes. 899 Km. Trieste-Aix en Provence
 Desayunamos en hostel y mientras voy a su reunión de trabajo (ya que aprovechando el viaje pasé por la oficina) Tonio GPese da un paseo por la ciudad. Trieste no tiene desperdicio, ciudad costera límite con Eslovenia contiene mezclas del imperio romano y trazos del Austro-húngaro, canales y calles repletas de edificios clásicos cerca del mar se mezclan con edificios ya viejos del centro. Muchas calles peatonales hacen las delicias del paseante y dado que la cultura es parecida a la española, estas siempre están repletas de gente. Hacia las 12 del mediodía emprendemos el camino de regreso donde lo único que nos queda son kilómetros de autopista por recorrer, autopista en la que esta vez no hacía tanto viento y que con buen sol nos permitieron, al menos, ver la hermosa costa italiana. El destino para hoy era el mismo hotel que a la ida, aquel en el que Tonio quedó atorado en el portal de acceso y para el que no teníamos monedas para sacar comida de las máquinas.

11 de julio 2017. Martes. 705 Km. Aix en Provence-Arette
 Dejamos (por segunda vez) este hotel y desayunamos casi al lado en una estupenda cafetería-pastelería en la que podías disfrutar de una exquisita bollería enseguida emprendemos ruta de vuelta a casa por las autopistas francesas hasta los Pirineos, donde nos “desoxidamos” un poco haciéndonos los puertos de categoría especial del Tourmalet, Aspin, Sonlor, etc. Pirineos es precioso, aunque Tonio GPese ya había estado por estos lares, a mí me asombró y pienso volver con más tiempo.






 Seguimos un buen rato disfrutando de las curvas de los puertos hasta llegar al hotel.




















12 de julio 2017. Miércoles. 871 Km. Arette-Vigo
Continuamos haciendo los Pirineos por la zona española disfrutando del día hasta que comprobamos que el optimismo no vale para calcular la capacidad del depósito de gasolina… Tonio GPese, en su afán por repostar en zona española (dada la diferencia de precio) se quedó sin combustible en la autovía y contaba con que, al tener yo mayor capacidad en mi depósito, pudiese prestarle alguna. Los intentos por succionar el combustible de mi tanque fueron en vano, dado que, aun contando con más gasolina que él, estaba ya en un nivel muy bajo y no conseguíamos alcanzarla por lo que yo, (como rescatador) tuve que hacerme una ruta turística para conseguir el líquido elemento.





 A partir de aquí ya solo queda meternos a rodar en la autovía viendo pasar los kilómetros y kilómetros para llegar finalmente a casa.

Resumiendo: Macanudo (palabra acuñada también por Tonio GPese), aunque en este viaje parece ser que le toca a GPese quedarse con el mote de “pupas” …